domingo, 15 de junio de 2008

El Calafate, Perito Moreno, Los Antiguos. 2335 kms

¡Y eso sin contar los kilómetros que he hecho a pata! Es imposible que pueda calcular con precisión los kms que hago. Las semanas con muchos desplazamientos me cuesta incluso recordar qué días estuve en cada sitio y, lo mejor de todo, el domingo anterior me parece lejanísimo. Cuando era muy joven oía decir a los mayores que a partir de los 30 la vida te pasa muy deprisa, y siempre lo escuchaba de gente que desde esa edad habían hecho más o menos lo mismo. Debería parecernos que todo transcurre más lento en la monotonía, pero los cambios hacen que un acontecimiento con otro se recuerde lejano en el tiempo, y esa variedad hace que sintamos como si la vida avanzase más lentamente. Hace años hice un trabajo por España en el que durante un mes grabamos cada día en un municipio distinto; en la segunda semana ya confundíamos las localidades, los monumentos, los días, los nombres de los hoteles, los números de las habitaciones…, y al mes teníamos todos la sensación de llevar un año sin parar. Entonces imaginé lo que debió sentir Elcano tras sus 3 años de travesía. Pienso que 20 años de cárcel parecerán más cortos que ese mismo tiempo dando vueltas al planeta.
Ahora me viene bien recordar: El último “aporte” lo hice en Ushuaia, la noche del viernes al sábado, mientras hacía tiempo para subirme al bus de las 5 a.m. ¡Qué viaje tan pesado! Para cruzar el estrecho hay que pasar por Chile, porque a ellos pertenece la parte más estrecha o más bien casi todo el estrecho, y porque ellos han invertido en un trasbordador (a pesar de que su lado de la isla no tiene turismo), y aunque el colectivo vaya de una ciudad argentina a otra del mismo país hay que hacer todos los trámites en las fronteras. Opino que bastaría con que los de emigración pasasen lista en cada puesto, sin que la gente se bajara del ómnibus, pero al chofer al que se lo comento le hace gracia, como si fuese una broma mía. El caso es que entre eso, el paso del estrecho, y que la carretera chilena de Tierra del Fuego es de ripio (cuando en el lado continental son muy buenas, pero al no tener turismo en la isla), un viaje de 600 kms se hace en más de 12 horas. Nosotros ese día en casi 14, porque nuestro chofer se salió en la de ripio y casi nos hizo volcar. Estuvimos más de una hora esperando a que pasara un camión potente que nos sacará de allí.
En la Terminal de Río Gallegos me saludan ya las de la limpieza, el domingo era mi tercera visita a ese recinto en un mes y me tocó esperar más de 3 horas (no podía imaginar que el colectivo de las 12 ya estaba lleno una hora antes de su salida). Así que llegué a El Calafate cuando anochecía. Allí conseguí el mejor alojamiento de este viaje en relación calidad precio, gracias a que hay mucha competencia y ahora es temporada baja. En el año 2003 El Calafate tenía unos 3 mil habitantes y ahora llega casi a los 20 mil, lo que (tras la construcción de un aeropuerto) da una idea del éxito que tiene en los últimos años experimentar de cerca el “Calentamiento global” y contribuir a él en todos los rincones del planeta. Miles de turistas van todos los años a ver el glaciar Perito Moreno (y algunos otros glaciares que hay al lado pero sobre todo éste) con la idea fatalista de que desaparece poco a poco, porque han visto en TV cómo se desmorona cada cierto tiempo, y porque siempre que hablan del cambio climático el (o la) periodista de turno recurre a esa imagen que es muy llamativa. Luego resulta que se desmorona por su propio y natural crecimiento, porque al extenderse corta la comunicación del canal que conecta esas dos partes del lago, y el agua, en su fluir necesario, va horadando un túnel y hace que el puente de hielo se acabe derrumbando por su peso. Al principio descarté ir a El Calafate porque pensé que me acabaría encabronando entre tanto turista, pero al final me uní al turisteo y lo disfruté como el que más. Lástima que cuando estaba en las pasarelas frente al glaciar se puso a llover a mares (a pesar del frío sigue sin ser nieve) y decidí que había visto ya hielo suficiente. Más aún cuando el día anterior a la visita al glaciar (¿qué fui? ¿el martes?) me acerqué a la mayor pista de hielo que he visto nunca (fue lo que más me atrajo del pueblo cuando me lo dijeron al llegar). Es una bahía del Lago Argentino, a la que llaman Redonda, que por su poca profundidad se congela en invierno. Apenas había patines en el alquiler provisional (el anterior se había incendiado) y los únicos que quedaban de mi número me hacían mucho daño, pero al menos pude darme unas vueltas durante media hora, y el miércoles me pasé otra vez y camine por el hielo durante casi dos horas. Al principio acojona un poco porque cruje, y a veces se resquebraja la capa superficial, pero es una sensación estupenda verte en esa dimensión de hielo liso (si amplían la foto se ven a dos patinadores lejísimos), con plantas y burbujas bajo tus pies, esquivando huellas del oleaje o piedras incrustadas… Divertidísimo, mejor aún que el glaciar, aunque eso es espectacular.
Como ya me han convencido de que es imposible circular en invierno por la Ruta 40, la que va cerca de los Andes, tuve que volver a Gallegos y, después de esperar otras 3 horas en la Terminal enlacé con un ómnibus que me llevó durante toda la noche hasta una de las poblaciones por donde pasa la 40, y que se llama Perito Moreno. Como el famoso “perito” murió olvidado y pobre ahora para compensarlo bautizan de todo con su nombre. En Perito Moreno sólo pensaba estar una noche, pero me habría sobrado esa también, porque allí tuve que alojarme en la habitación más cara del viaje en relación calidad precio, y porque es un pueblo sin ningún atractivo. Lo mejor fue esta “tintorería”. Hice la foto atraído por la construcción y al pasar delante vi que alguien me llamaba desde la ventana. Resultó que era una vieja y destartalada taberna, exclamé que entonces no sólo era tintorería sino también blancorería, los cinco parroquianos muy beodos celebraron mi ocurrencia y me invitaron a beber. Estuve a punto de aceptar un vino que me habría agujereado el estómago sin haber desayunado, y mal dormido del viaje. Conversé un rato y dije que a la tarde volvería, pero estaba tan cansado después de patearme el pueblo que me encerré y dormí temprano. A la mañana siguiente (esto fue ayer mismo) salí hasta Los Antiguos, pequeña población en la frontera con Chile, rodeado de montañas con nieve y al borde del lago Buenos Aires, el segundo más grande de América Latina. Ayer caminé hasta el lago y luego por su orilla hasta que se me hizo de noche. Volví agotado y hoy estoy por un estilo. Entre anoche y esta mañana he escrito este aporte. Todavía me falta ir al locutorio y meterlo en el blog, creo que después descansaré toda la tarde y mañana salgo de viaje con rumbo a la costa atlántica para seguir hacia el norte. Aquí, en Los Antiguos, como en Perito Moreno, soy el único extranjero de visita, y les sorprende mucho ver alguien de afuera en invierno y sobre todo solo. Sigue sin nevar, es lo que me importa ahora y a eso le dedico el haiku.
Venga invierno
No me cambies ahora
que somos viejos

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola ricardo, cada vez que leo el blog me acuerdo mucho de estos lugares cuando los visite; De LOS ANTIGUOS tengo muy buenos recuerdos, que pueblo tan bonito y que buena fruta.
Nuestro viaje a BUE estuvo muy bien, pasando mucho tiempo con la flia y por supuesto comiendo mucha carne.
Saludos,HERNAN

Anónimo dijo...

¡¡Pobre Don Francisco Pascasio Moreno!!!!
¿Sabes cómo se reconoce a un pionero? Cuando vas por un camino te lo encuentras delante, boca abajo y con una flecha en la espalda...........

¡Lástima de frío sin nieve! Cuando fui a los otros glaciares, el catamarán paró los motores a 300 mts. de la pared de 10 kms. de ancho del Uppsala. Callaron cámaras y videos. Fue un momento mágico. Silencio, como sentido homenaje a la Madre Naturaleza.
Entonces era verano, pero hacía mucho frío. Así que imagino ahora.... para salir rajando.

Andas muy escopetado. Parece que estás despistando a perseguidores.

¿Funciona La Trochita en invierno?

Por esos lares no puedo recomendarte nada, bien porque no estuve, o bien porque se tata de hoteles corrientes y molientes. Ya encontrarás algo majo.
¡¡Suerte!!

Marta

Anónimo dijo...

Suerte Ricardo! :) Un abrazo desde tenerife, Quique