domingo, 27 de abril de 2008

Camarones, Comodoro Rivadavia, Río Gallegos, Punta Arenas. 1393 kms

Entre los viajes y los antibióticos acabé la semana agotado. El lunes, cuando sólo me quedaban tres pastillas y el oído seguía taponado, pasé otra vez por el hospital de Camarones. Ese día se había incorporado la doctora, su sustituto me atiborró de antibiótico sin resultado, ella recomendaba que fuese de urgencia al hospital de Trelew, pero como ya no había colectivo hasta el miércoles y no sabía si alguien me llevaría, aconsejó que entre tanto aspirase vapor y soplara sin soltar el aire. Con eso, tras varios intentos, se me destapó el oído después de casi dos semanas. El martes decidí marchar a Comodoro, acudir a un otorrino y seguir viaje. Para ir en autobús a esta ciudad desde Camarones es necesario volver a Trelew, otros 260 kms al norte para luego hacer más de 500 hacia el sur, merecía la pena esperar a que alguien me llevara. Llegué el jueves por la tarde con uno de los armadores que frecuentan el hotel, fui directamente a la clínica llamada Sociedad Española (la que me aconsejaron, sin nacionalismos) y al día siguiente me vio la “otorrina” (como la llamó una enfermera) diagnosticó una otitis y me recetó una inyección de corticoide más otras 3 tomas de un antibiótico potente.
Ese día, viernes, además de la visita médica lo pasé dando vueltas por Comodoro, la ciudad petrolera del país, sin ningún encanto especial. Al comenzar el siglo XX se fundó la pequeña población a partir de una estancia, pero en 1907, perforando un pozo en busca de agua, escasa en la zona, apareció petróleo y cambió en pocos años la vida del lugar. Hoy es la ciudad más habitada del sur argentino. La llaman la capital del viento, aunque por suerte no me tocó. Hay bastantes militares (los de la foto están en pleno centro, junto a la iglesia, como tantas veces sucede) y tiene un puerto importante al que no me dejaron pasar. Pregunté si podía acercarme a otro estrecho dique que hay enfrente, lleno de aves marinas, y mi informante dijo que ni se me ocurriese porque están anidando y me atacarían, así que tuve que contentarme con verlas desde lejos.
Esa noche estaba cansadísimo cuando me subí al ómnibus que me llevó a Río Gallegos. Además, no era tan cómodo como en el que viajé a Madryn, hay bastante diferencia entre lo que llaman coche cama y semi-cama. Al principio el trazado de la ruta va en paralelo al mar, y durante un buen rato disfruté de los ¾ de luna que se alzó por su horizonte. Después dormí profundamente hasta que, al abrir los ojos sobre las 4, observé que viajábamos bajo una recia tormenta de agua y viento, sobre una carretera llena de baches y sin ninguna línea marcada. No es que llevase miedo, pero ya no pude dormir aunque lo intenté. Se veía impresionante desde mi asiento encima del conductor (ya siempre pido esa plaza, que por lo visto es la que menos quieren ocupar). Hicimos muchos kms de tormenta, pésima carretera y ni una población. Es inevitable pensar que en un accidente por estas zonas sólo puedes confiar en la suerte, porque cuando llegases a un hospital habrían pasado muchas horas.
Entré en Gallegos cuando amanecía y decidí tomar el último transporte a Punta Arenas, a las 13 horas, para que me diese tiempo a ver un poco la ciudad. Me habían dicho que es fea y sin embargo me gustó. Tranquila, llena de casitas bajas de agradable arquitectura, con las fachadas blancas o crema pero con los techos de chapa pintados en colores llamativos. El taxista que me llevó a la ría es porteño y charlamos desde que me subí. Me contó que había emigrado porque allí se gana el triple que en la capital, te gastas menos y al final haces más vida social al encontrarte fácilmente con la gente que conoces. Caminé un rato, no paraba de lloviznar, el típico calabobos que como es lógico a mi también me empapó. Cuando llegué al centro pasé delante de una empresa dedicada a la producción visual, vi a un barbudo dentro y me metí. Pasé las dos horas siguientes charlando con él, dueño del negocio, y viendo algunos de sus trabajos. Fue un tiempo interesante y quedamos en que lo visitaría cuando pase otra vez por Gallegos camino del norte.
La geografía de esta zona cercana al estrecho es un poco diferente. En el suelo hay más brotes de hierba y muy poco matorral. Su horizonte ya no es tan “horizontal” como más al norte, donde los 360º son una línea recta, como si estuvieses en una balsa en medio del mar. Siempre pensé que el Estrecho de Magallanes era todo él mucho más estrecho, pero la Tierra del Fuego se ve bastante lejos. Pasar fronteras en autobús es siempre una pesadez, papeleo, baja y sube equipajes… En una de las paradas atravesó con parsimonia un zorro delante de la gente y los autos. Después vi muchos carteles por la ruta que pedían protegerlo, en cambio apenas se veían ovejas sueltas por el campo, la mayoría estaban encerradas juntas en espacios cercados. Supongo que si se protegen a los zorros no queda más remedio que proteger también a las ovejas.
Llegué a Punta Arenas una hora antes de anochecer, sábado. En la Terminal hay unas cuantas personas que te abordan para llevarte a su hostal. Dejé que me llevase un joven que me convenció, con el argumento de que era un sitio muy tranquilo y lo tenía casi vacío. Al llegar no había nadie, me dio las llaves de dos candados, uno de la verja de entrada y otro de mi habitación, y se fue. Al rato salí sin que hubiese nadie, busqué un cajero donde sacar dinero chileno y volví para pagar. Seguía sin haber nadie. Salí a dar un paseo y al volver estaba la madre del joven. Dijo que me comportase como si estuviese en mi casa. Anoche al volver no vi a nadie, ahora llevo unas horas escribiendo esto en una salita y creo que me han vuelto a dejar solo. Es como una casa de familia pero en hostal. Anoche, cuando salí a cenar, me encontré con la casa de España y un cartel que decía Tasca. Entré con la intención de comer algo y me encontré con que una coral daba un concierto de canción española. Toda la 2ª parte eran Zarzuelas típicas madrileñas y llegué a emocionarme un poco. Al hablar con un descendiente me presentó al Vicecónsul de España y al presidente de la Sociedad Española. Por como me presentó, entendieron que quería hacerles una entrevista y me citaron hoy a la salida de misa, pero no tengo ganas de acudir.
Bueno, ya está bien, hoy me he puesto más rollo que de costumbre, pero lo mismo que esto va por semanas también va por días, y los hay espesos. No puedo con una palabra más y supongo que tú tampoco.

sábado, 19 de abril de 2008

La Australia Argentina

En las dos últimas semanas he leído un libro titulado así. Lo encontré buceando en la biblioteca porque aquí no hay dónde comprar uno. El libro en cuestión está escrito en 1898 por R. J. Payró, periodista al que un diario de Bs As envió de viaje en el buque histórico Villarino. Recopiló información muy curiosa sobre la colonización de la costa patagónica hasta Tierra del Fuego, y en lo que insiste hasta la saciedad, y lo que quiero mencionar, es sobre la injusticia y la inoperancia de los gobernantes hacia estas tierras abandonadas. Les interesaba que se poblasen y anunciaban grandes beneficios, pero luego llegaba el politicón de turno y regalaba, con escrituras legales, miles de hectáreas ya pobladas a otro oligarca que no vendría nunca. Ese problema, y otros similares, han marcado el retraso y colonización de esta zona tan rica en recursos. Al hablarlo con gente de aquí se me ocurrió opinar que la corrupción es un problema típico de los países que han sido colonia durante mucho tiempo. Entonces alguien sacó el ejemplo de Australia, colonia poblada al principio por presidiarios y prófugos que acabaron por hacer un país muy productivo. Quien dijo esto añadió que el problema de acá eran los argentinos (sus paisanos), y yo reconocí que en todo caso el problema de esta colonia es que lo era de España (el país de los míos). Como ya comentábamos en el primer post de este blog, mejor será que admitamos nuestro defectos heredados, sólo así podremos quizás cambiar alguno. En México cuentan lo que llamo un “chiste axiomático”. Dicen que el gran traidor a la patria fue el General Santa Ana; la mitad del país piensa que lo es por vender a los yanquis todo lo que hoy es el oeste de USA, y la otra mitad lo piensa porque no vendió el resto de México. Luego, a fin de cuentas, nos sentimos orgullosos de ser hispanos, aunque sólo sea porque inevitablemente no somos de otro sitio. Hasta aquí el comentario histórico-político de la semana, ya sabéis que me gusta…, y a veces no se me ocurre nada interesante que contar.
La vida por acá, en el culo del mundo como dice Silvi (y diría cualquier porteño), todavía hoy sigue siendo muy dura; cuesta imaginar cómo sería para los pioneros. Hoy estuve hablando con unos franceses que se vinieron de aventura. Habían contratado un pequeño velero con base en Camarones que les llevaría durante 10 días a lugares deshabitados. Los dueños del barco me invitaron a unirme al grupo pero, aunque me parecía una experiencia interesante, había establecido varios compromisos en el pueblo y me parecía demasiada temeridad dormir en una pequeña tienda de campaña con el tiempo que hacía. Los franceses me han contado que ha sido durísimo, soportaron varias tormentas de granizo metidos en su tienda, vientos que les impedían navegar o pasear y varios días sin poder lavarse. La única buena experiencia es haber visto muchos animales de cerca; pero a mí los animales me dicen poco, ni aunque hablen mi idioma, salvo que pueda jugar con ellos, lo que no es el caso con pingüinos o lobos marinos. Me contaban que han estado en sitios antiguamente poblados por casi esclavos que recogían algas o guano. Y recordé una historia que me contó el guardafauna de la pingüinera. Unos 40 años atrás estaba de encargado en una isleta perdida donde unos 20 trabajadores recolectaban guano; en una ocasión tardó varias semanas en volver el barco que les llevaba suministros, por el mal tiempo, y hartos de comer únicamente pechuga de pingüino los trabajadores lo hicieron culpable y quisieron tirarlo al mar. Dos chilenos se pusieron de su lado y cuchillo en mano consiguieron mantener a raya a los demás hasta que llegó el barco. En tierras inhóspitas la vida se resuelve así, y es dura siempre, incluso hoy día en Camarones. Baste recordar los kilómetros que hacen para ir a comprar, por ejemplo pintura que aquí no encuentran.
Esta semana ha estado marcada por el taponamiento de oído. Finalmente fui al hospital para que me viesen y resultó que la infección venía de la garganta, aunque yo ahí no notaba nada. Me han dado antibióticos como para caballo, que me voy tomando obedientemente. Tengo pensado marcharme el martes, aunque lo mismo sigo el consejo de buenas amigas y espero unos días más para ver cómo evoluciona el muro auditivo, por lo menos aquí estaré bien atendido. Bueno, a pesar del oído, esta semana he grabado también entre otras cosas varias actuaciones, a los grupos locales de danza y de cumbia, con quienes me retraté como recuerdo.
En cuanto a nuestra pequeña disputa sobre si la yerba mate quita el sueño, acá dicen también que lleva cafeína sólo que al ser poca te acostumbras rápido. Ya no me quita el sueño pero lo que no llego todavía es a identificar marcas. Buenas o malas me saben igual. Cuando el sábado pasado fui a Madryn entré en el Carrefour (esa “encrucijada” está ya en todos los caminos) y me sorprendió la variedad de marcas de yerba que tienen, casi más que de chocolates. Como curiosidad de ese Carrefour: Fui a comprar cintas miniDV, sólo tenían una cajita de 6 guardada bajo llave en vitrina de cámaras y móviles. El empleado me hizo un vale, pasé por caja y volví a que me las diese. No me extrañó tanta precaución, aquí son un artículo de lujo que cuesta más que una comida.
Agradezco a tod@s l@s “comentaristas” su buena información y palabras de aliento. No abandonéis este humilde blog, por favor, saber que estáis ahí es lo que me anima a seguir escribiendo. Aquí dejo otro posible haiku, como amenacé.
Se acerca el frío
y avanzo solo
con paso de pingüino.

domingo, 13 de abril de 2008

El viejo Torino

Hoy no tengo muchas ganas de escribir y me ha costado ponerme a ello, pero seguro que en cuanto entre en carrera me extenderé como siempre. He debido pillar una infección en los oídos, sobre todo en uno, y cuando hablo siento como si tuviese las cuerdas vocales dentro del cráneo. Empezó hace unos cuatro días, coincidiendo con la llegada del frío, no he llegado a sentir dolor pero es un taponamiento que no se abre ni con soplidos encerrados. Ayer, aprovechando que fui a Puerto Madryn, compré unas gotas con antibiótico y hoy parece que voy mejor. Ya veré la próxima semana. Aquí hay un pequeño hospital, que donaron unos estancieros sin descendencia de origen alemán, o no sé si suizos, y algunos dicen que fue un escándalo más porque el dinero habría dado para una clínica de lujo. Creo que sólo hay una doctora titulada, pero hay quienes opinan que es más bien veterinaria, supongo que como suele pasar son rumores de las malas lenguas, ya se dice que pueblo pequeño infierno grande, pero si me pongo peor, y por si acaso, iré a que me vean en la ciudad de Comodoro. El caso es que hoy mi cabeza es más una caja de resonancia que el lugar desde donde se piensa.
Ayer, como decía, estuve en Madryn, una de las ciudades más cercanas a este pueblo, a más de 300 kms; hay otras dos a unos 70 kms menos, pero ya puestos qué más da. Acompañé a la dueña del hotel, y su hija más pequeña, que necesitaban comprar los suministros del restorán. Representaba un paseo agradable, aprovechar para comprar yo también un par de cosas y, sobre todo, convivir con gente que me cae muy bien. Aquí les sorprende que a mí me sorprenda el hacer 300 kms para ir a comprar. La señora (llena de vitalidad a los 50, que ha tenido 6 hijos ya mayorcitos y que trabaja en cualquier oficio como pocas veces he visto), a menudo viaja para estar unos pocos días con su familia en La Pampa. ¡1200 kms de carreteras angostas, mal mantenidas y frecuentadas por camioneros somnolientos! No lo hacen porque les guste conducir, simplemente porque lo ven normal y porque no les queda otro remedio. Ir a determinados sitios en transporte público supondría hacer otros 500 kms más.
De esta jornada en Madryn sólo quiero destacar dos cosas. Una es que la prolongada huelga del campo ha llevado a un aumento de precios, en determinados alimentos, que resulta escandaloso para economías tan ajustadas. A río revuelto ganancia de pescadores. Ahora habrá quienes aprovechen para retener productos y ganar más con ellos. Lo sorprendente es que hay mucha gente que considera a los Kirschner de izquierdas, por su relación con los Montoneros, escisión del populismo peronista, en el que aún dicen militar. Es como cuando Santa Evita (me gustan mucho tus comentarios Marta) atraía a los “descamisados” dentro de sus abrigos de pieles, o a las “cabecitas negras” detrás de su cabellera rubia, o decía aquello de que “la violencia de los pobres sólo es justicia” ocultando los ardides represivos de su marido, al fin y al cabo militar de carrera. Pienso (con perdón) que el peronismo es una de las contradicciones políticas más curiosas de estudiar (y que más están durando).
El otro aspecto que quiero destacar de este viaje a Madryn es que a la vuelta nos cayó una nevada impresionante que duró unos 100 kms, por lo que tardamos mucho más que a la ida. Menos mal que aquí los viajes se hacen a base de mate, que acompaña la conversación y ayuda a pasar mejor el tiempo. Acá la función de un copiloto es fundamentalmente cebar mate. Por suerte mi organismo se va acostumbrando y ya duermo mejor. Al principio de matear diariamente me costaba dormir, como si tomase café que no suelo tomar. El caso es que llegó el invierno sin pasar por el otoño, no deja de soplar el viento y el frío es ya notable. La próxima semana saldré para el sur, antes de que me sea más difícil llegar a Tierra del Fuego, aunque tendrá que ser a finales porque tengo aún varios compromisos.
Me sentiré triste cuando me vaya. Mi estancia en Camarones ha sido una experiencia hermosa. Por cierto, hablando de estancias, el miércoles pasé la tarde en una muy bonita, y la cena allí, con su gente, fue una noche inolvidable sin necesidad de que pasase nada especial, sólo una larga conversación divertida y sencilla. (Una estancia es un rancho o granja, por aquí con muchos cientos de hectáreas, donde pace a sus anchas el ganado, en Patagonia mayormente ovejas) No sé si por el camino volveré a encontrar un hotel como el Viejo Torino, ojalá. La familia que lo lleva son divertidos y entrañables, los clientes habituales también; algunos se alojan en el otro hotel más elegante, pero sólo van para dormir y pasan su tiempo en el comedor de éste, que es donde está el buen ambiente. Lo echaré de menos, pero viajar es acumular añoranzas.
Y ya para terminar quiero dirigirme al Rafael de los comentarios. Aunque sin confirmar, estoy cada vez más convencido de tu identidad, que respeto en el anonimato, y me alegra que aportes profundidad a este blog, como también hiciste siempre en nuestras conversaciones. Esta vez he aprendido gracias a ti qué es un “haiku”, pues lo desconocía pero por suerte tenemos esa Red que lo contiene todo. Estoy feliz con este descubrimiento, el haiku es un tipo de expresión muy cercano a mis gustos. Me gusta tanto que he pensado acabar cada post con un haiku de cosecha propia. Ahí va el primero con humildad de principiante:
Cae triste la noche.
Sobre mi sombrero escucho crepitar
sus lágrimas de obsidiana.

domingo, 6 de abril de 2008

Vientos de Patagonia

El miércoles de esta semana también fue “feriado” en Argentina. Esta vez se conmemoraba la Guerra de las Malvinas, y a mí por lo menos me suena tan raro como lo de conmemorar el golpe de estado. Recuerda a esa antigua canción de Les Luthiers que se llamaba Himno a la Derrota. Al final coreaban triunfales: ¡Perdimos! ¡Perdimos! ¡Perdimos otra vez!
Si alguien no ha escuchado nunca a este grupo argentino le recomiendo que busque algo, sobre todo donde se los vea. Son cinco grandes talentos (antes seis, murió uno de ellos) que al unirse dieron forma a un genio. Quizás los muy jóvenes de ahora no los vean igual que cuando yo lo era. A mí todavía me hacen reír incluso en los días tristes.
He comentado con varios argentinos mi extrañeza por estas dos “conmemoraciones” y la respuesta es unánime: deberían ser días de luto pero son un buen pretexto para tener más “feriados”. Este miércoles estuve grabando casi todo el día, pero cuando estoy empleado por empresarios me parece muy bien cualquier pretexto para no ir al trabajo. Seguramente si fuese empresario pensaría distinto, pero es más bien que si pensase distinto sería empresario.
Esta semana he trabajado bastante. El lunes pasado volví a la pingüinera para grabar al guardafauna, pero no grabé más pingüinos porque tenía prisa quien me había llevado y porque hacía demasiado viento. Ese problema lo tuve los dos días que he ido y la cámara vibra en casi todos los planos. Me gustaría volver en esta semana pero ya no sé si los encontraré allí. Siempre imaginé a los pingüinos encima del hielo, pero si no les gusta el calor tampoco el frío, y resulta que en estos días emigran hacia el norte a buscar aguas más cálidas. Por otra parte, quién sabe si el día que decida ir hará menos viento, lo hace todos los días y algunos, como hoy, no apetece ni salir. De hecho cuando está así ni los barcos salen a pescar. Uno de estos días aproveché para grabar en uno de ellos, de ahí la foto, desde luego no lo piloté, ni siquiera navegué, quise hacerlo pero los de la prefectura controlan diariamente que sólo zarpen quienes tienen los permisos en regla, y hacerlo es un lío en el que prefiero no entrar. Simulo que llevo el barco porque el armador insistió en sacarme así la foto, pues yo le había pedido a él la misma simulación. Llaman armador al que lleva la logística del barco, no se trata del constructor sino de quienes los “arman”, y suelen ser antiguos capitanes.
El hotel está ocupado por estos armadores, y algún turista de vez en cuando que pasa sin dejar rastro. El viernes y sábado estuve ayudando a la dueña del hotel a cerrar una "galería" que tiene en la entrada de su casa. Y lo está haciendo ella sola (viuda) con ayuda de su hija más pequeña, porque los otros dos tienen que estar en el hotel. Propuso en el comedor que quien no tuviese nada que hacer le echase una mano y me ofrecí para la instalación de luz. Luego hubo cachondeo entre los huéspedes, con quienes tengo ya confianza, porque la dueña es tan trabajadora que tiene fama de hacer trabajar a todos en cuanto te descuidas. Quienes me conocen bien en ese sentido saben que yo disfruto con este tipo de trabajos esporádicos, me producen especial satisfacción y despiertan mis atrofiados músculos, pero a ellos les di otro razonamiento: la diferencia entre un turista y un viajero es que este último trata de integrarse, y la mejor manera es a través de la colaboración y la convivencia con los naturales. Espero que nadie saque otro tipo de conclusiones, no hay más interés que la voluntad de corresponder al buen trato que me han dado.
Sigo sin contar nada concreto de Camarones pero ya lo haré. La semana pasada decía que a lo mejor me quedaba dos semanas más, pues ésta digo lo mismo, a lo mejor me quedo aún dos semanas más. Lo decidiré sobre la marcha. Tampoco lo atrasaré ya más, porque aquí ha comenzado el frío y quiero llegar a Tierra del Fuego antes de que se haga más intenso. La intención fue siempre vivir allí la entrada del invierno.
Esta semana eché a faltar los comentarios de nuestros amigos argentinos, espero que no se hayan sentido molestos con ninguna de mis observaciones y que se animen a seguir colaborando en estas crónicas sobre su país. Sí hay una nueva colaboración que quiero mencionar aquí. Se llama Rafael y firma con un apellido que desconozco. Quizás sólo quiera mantenerse en el anonimato, pero si nos conocemos no tengo duda de quién es, sólo conozco un Rafael que tenga en la cabeza una gran colección de buenas frases. La de esta semana me ha gustado mucho y me ha hecho pensar: También es mago (o quizá más bien brujo) quien puesto sobre una silla, o sobre un palo, es capaz de “ver” y tenerlo todo sin una sola palabra. Si eres quien pienso conoces bien a qué me refiero.