domingo, 25 de mayo de 2008

El fin del mundo

Esto del fin del mundo es acá como un slogan, más bien como una marca que lo encarece todo, para que no se te pase que cuesta mucho traer las cosas hasta tan lejos. Te recuerdan continuamente que estás en el fin del mundo, como si fuesen apocalípticos.
Hace unas dos décadas conocí a un astrólogo profesional que vaticinaba el próximo “fin del mundo” (él anunciaba gratis su fin del mundo y no costaba nada llegar hasta allí, no como los del trenecito). Lo curioso era que en su predicción situaba el nacimiento de una siguiente civilización en la Patagonia. Creo que, por aquellos años, él no había escuchado (ni yo tampoco) nada sobre las famosas 7 Profecías Mayas. Para mí pasaría más de una década hasta que comencé a escuchar sobre esos estudiosos de la cultura Maya que vaticinan con tanta precisión el fin de nuestro mundo. Me sorprendía que aquel astrólogo consiguiese tener visiones proféticas desde una perspectiva bastante frívola, pero que consigan saber la fecha exacta del “fin del mundo” por la interpretación de los restos de una cultura de la que ignoramos casi todo, incluido cómo desapareció y por qué…, esto sí que se me escapa, la verdad. Y eso que a mí el tema me gusta, como bien saben algunos de mis amigos, en cuanto tomo un par de copas me pongo como Fernando Arrabal y quiero hablar del minera…, del milera…, del mi-le-na-ris-mo (broma para espectadores de la TV española, ¿quién no vuelve a sonreír recordando a ese Arrabal ebrio y divertido cayéndose encima de los invitados?). Curiosamente, muchos de los intérpretes de las Profecías Mayas también sitúan el nacimiento de una nueva civilización en Patagonia. Me paro a pensar si será por eso que, como se cuenta, algunos actores famosos están comprando grandes fincas en esta zona del mundo. Lo de las miles de hectáreas de Benetton está claro, así controlan el precio mundial de la lana, pero lo de Madona, Stalone, Schwarseneger… Claro que lo mismo no es más que un rumor… Supongamos por un momento que todo ello acabase siendo verdad… ¡Oh no! No quiero siquiera imaginarme una nueva civilización diseñada por Benetton, Madona, Stalone…, por muy de cine y de colores que intentaran hacerla. Yo es que soy marxista (como dice la camiseta que me regalaron mis colegas de La Bati y cuando me la pongo hace que me acuerde de ellos más aún). Sobre todo soy seguidor de Harpo, que según dicen era el más culto y listo de los tres, y quizás por eso decidió callarse. Ahora que lo pienso, ya siempre que hablo de marxismo nunca se me ocurre tener en cuenta a Carlitos (mi descreimiento se ha vuelto infame). Esa foto me la hizo un joven alemán que estuvo 3 noches hospedado en la Posada. Un día nos fuimos juntos a una buena caminata por el Parque Nacional. Es estudiante de español y se defiende bien. Cuando vio la camiseta me preguntó si de verdad era marxista, señalé a Harpo y le dije (con tono de broma) que sobre todo de ese. Él señaló a Karl y dijo que sólo reconocía a ese porque había nacido en la misma ciudad en donde él vivía. Le pregunté si no reconocía a los otros tres, le dije sus nombres y de pronto dio al fin: “¡Ah! Sí, los Marx brothers, he oído hablar de ellos pero no los he visto nunca.” Yo pensaba que ya eran los únicos Marx conocidos, claro que si no llegan a ser del mismo pueblo tampoco reconoce a su paisano. Luego pensé que a lo mejor en Alemania no veían a los hermanos Marx porque eran judíos, pero no le pregunté porque me parecía un chiste de mal gusto. De hecho le hice una referencia pasajera sobre la época nazi y me dijo que ese es un tema de muy mal gusto para sacarlo con un alemán.
Diré que es un joven bueno y divertido, con quien pasé un día estupendo a pesar de la paliza. Caminamos durante más de 3 horas seguidas, por un bosque lleno de trampas en esta época del año: rampas embarradas o con hielo, charcos por todas partes… Pero ese día aproveché para hacer el otro camino del Parque que no elegí anteriormente porque es el más largo, lo llaman la Senda Costera y, como su nombre indica, va bordeando la costa por el Canal del Beagle hasta Bahía Lapataia. El embarcadero y la oficina de correos (simbólica desde luego), que menciona Marta en los comentarios, está en esa bahía de nombre Ensenada. También viajé al final en el trenecito (del fin del mundo, cómo no) que lo nombro en diminutivo porque es como de juguete, si no fuese tan despacito parecería de montaña rusa. Había descartado subir en él, pero como el alemán pensaba tomarlo para ir al Parque me pareció bien probar. Cada vez tengo más claro que hay gente que necesita hacer turismo como parte de su status, o por no dejar sola a su mujer, pero que en realidad no tienen interés en ver nada. Se pasan el viaje hablando con el de al lado y les da pereza todo lo que no sea un pequeño paseo para estirar las piernas. Bueno, no lo critico, también es una opción…, (ahora que lo pienso, hay lectores de esto que son así…, ejem)
Bueno, pues nada, que ya me he vuelto a cansar de escribir. Lo siento Marta, pero soy así, poco constante…, en todo caso, no sé si sabrás lo duro que es escribir tantas líneas seguidas sin encender un cigarrillo para alguien que apenas lleva dos semanas sin fumar, si fuiste o eres fumadora me entenderás.
Al final no me he marchado de Ushuaia, pienso hacerlo mañana, pero me voy cerca, a menos de 100 kms de aquí, y pienso volver. De hecho me llevo la llave de la Posada. Ana, la dueña de la Posada del Fin del Mundo (¿qué otro nombre podía tener siendo tan auténtica?) decidió marcharse de vacaciones a Bs As para estar con sus hijos y, en un alarde de confianza (de lo que me siento muy honrado) propuso que me llevara la llave de entrada, por si volvía cuando no hubiese nadie, y que dejaría mi cuarto sin alquilar. Desde el jueves me ha dejado prácticamente solo, por las mañanas veo a la mucama cuando subo a desayunar, el resto del día no sé si hay alguien o no en toda la casa. La razón más importante de venir acá en invierno es que siempre quise esquiar en esta zona, y hasta el 13 de junio no abren las pistas. Al principio pensé buscarme algo de trabajo para pasar aquí todo el invierno, pero lo he descartado. Creo que esperaré a esquiar y luego volveré al continente. Intentaré ir hacia el norte por la ruta pegada a los Andes, toda la gente me dice que es imposible ahora en invierno, pero todavía no me lo ha dicho nadie que lo haya intentado.
Tierras heladas
Premonitorio viaje
al fin del mundo

domingo, 18 de mayo de 2008

Nieva en el sur del Sur

Cuando aún estaba en Camarones hablé por teléfono con mi madre, le dije que había comenzado el frío y que en unos días salía para el sur. Ella, sin pararse a pensarlo, respondió con alegría: “¡Ah, bueno! En el sur siempre hace más calorcito”. Se dio cuenta enseguida, en cuanto dije que yo ya estaba bastante al sur. Y aquí, en el sur habitado más al sur del mundo, esta semana ha caído una gran nevada. Aunque dicen que sólo es un aviso, que las buenas caerán a comienzos de junio, pero creo que gran parte de la recién caída ya no se descongela en todo el invierno. El miércoles amaneció con las calles cubiertas de hielo, sin haber nevado aún. Ese día salí más o menos temprano (aquí amanece ahora sobre las 9 y el sol, más que salir, parece como si rebotara entre los picos del norte). Tuve que subir una cuesta y pensé que necesitaría crampones y piolet para conseguirlo, al final aproveché un momento que no venían autos para seguir sus huellas. Después, para bajar, menos mal que tengo los pies grandes y sé esquiar. Esa noche comenzó a nevar. No podía dormir y a las 2 AM me puse a experimentar fotos desde las ventanas de mi habitación. (Aquí están las dos que más me han gustado). También aproveché el insomnio para decidir qué quiero hacer en las próximas semanas, y ya lo tengo claro. Bueno, todo lo claro que llego a tener este tipo de decisiones…
El jueves amaneció con una capa blanca sobre Ushuaia y en cambio el cielo estaba despejado, algo que avisaron no sucedería ni viernes ni sábado. Había estado esperando a que nevase para ir al Parque Nacional Tierra del Fuego y ese era el día perfecto. Más aún que el mar me gusta ver montañas, y si están cubiertas de nieve mucho mejor. Aquí en Ushuaia se mezcla todo eso divinamente. La primera foto se la hice a la Posada nada más salir, una de mis ventanas se ve detrás del árbol, en el primer piso, la otra da a la calle desde donde hago la foto y no es posible verla. Esa noche habían dormido otros huéspedes, un matrimonio de cardiólogos colombianos para quienes la nieve resultaba tan exótica como su país para un noruego.
En la combi que me llevó al Parque daban a elegir si uno quería bajarse en alguna de las dos paradas anteriores al final y continuar a pie. Fui el único que optó por esta posibilidad, aunque no era para tanto el frío ni la caminata, me bajé en Bahía Lapataia y allí me dejaron solo. Gracias a esa decisión, y al hermoso paseo, pude conocer algunas de las partes más bonitas del Parque. De entrada me hice un autorretrato en el punto más fotografiado de Tierra del Fuego. Hay monumentos que ya parece como si su única razón de ser fuese que los turistas se fotografíen por delante de ellos: la Torre Eifel, la Estatua de la Libertad, la Puerta de Alcalá…, y éste, en su modestia, es el que corresponde al fin del mundo.
Durante el recorrido me acerqué a ver la ciudad de los castores, o Castorera, con sus muros bien blanquitos y sus aguas bien fresquitas. Esperé un buen rato con la esperanza de que saliese alguno a recibirme, pero luego me dijeron que cuando hace tanto frío se quedan en la cama.
También pude acercarme a la Laguna Negra, tan negra que parece azogada como un espejo, y se ve mejor el paisaje reflejado que directamente. Esta laguna está rodeada, o invadida, por una turbera protegida ecológicamente…, lógicamente, al estar dentro de un Parque. Aún no sabía que dos días después conocería una turbera explotada como una mina a cielo abierto.
También vi rincones hermosos, flora y fauna autóctona, ríos, montañas… En fin, lo que es un Parque Natural. La mayor singularidad de éste es que es el último que hay en el planeta yendo hacia el sur.
Al día siguiente, viernes, se pasó la mañana nevando sin parar y la tarde con amenazas continuas. Me comporté como si viviese aquí, por la mañana fui al super, al banco, a correos…, y después de comer me encerré a trabajar en mi habitación mientras veía tras los cristales una tarde de perros.
El sábado amaneció nevando y pensé que quizás no pisaría la calle. Pero de pronto sonó mi teléfono. Era un geólogo a quien he conocido por un contacto de Bs As que me llegó vía México. Me había invitado a una cena muy agradable en su casa a principios de semana, y ahora me llamaba por si quería acompañarlo a una turbera que tiene en explotación. Fue una experiencia estupenda, a pesar de que me nevó encima casi todo el día, y que me puse a trabajar un rato con los muchachos que tiene, lo que me ha supuesto un tirón en la espalda que hoy me tiene doblado, más aún de lo que acostumbro. Una turbera es un terreno pantanoso, una antigua laguna, en cuyo interior ha crecido más materia orgánica de la que se descompone. Esos cubos de materia que se arrancan directamente del suelo se usan sobre todo en jardinería y son como grandes ladrillos de adobe que se dejan secar.
Al cachorro de la foto lo llevé a mis pies todo el tiempo. Todos necesitamos que nos hagan caso pero no siempre sabemos agradecerlo cuando al fin ocurre. Tuve que pillarlo desprevenido y rápido para poder retratarlo desde abajo y que se le viese la cara.
Me ha gustado mucho el poema de Benedetti, querida Babs, y si lo había leído no lo recordaba. Pienso (con perdón) que necesitamos vivir como si fuéramos inmortales, porque empezar cada día con la idea de que es el último sería como si nos obligasen a bailar con los ojos vendados al borde de un abismo. También me ha hecho pensar esta otra frase que leí hace muy poco, del pensador (ese sí) Max Stirner: "Todo interés hace de mí, cuando no sé desprenderme de él, su esclavo, y no es ya mi propiedad, yo soy la suya".
Ya se me olvidaban otras dos cuestiones importantes de la semana: sigo mal del oído, pero como la única solución es tomar más antibiótico voy a esperar 2 ó 3 semanas para no acabar inmune al medicamento. La otra es que llevo toda la semana sin dar siquiera una calada a un cigarrillo, y espero seguir así.
Bueno, ya me he cansado de escribir. Creo que esta próxima semana me iré a vivir unos días ¿? al centro de la Isla Grande de Tierra del Fuego, a la más pequeña de las tres únicas poblaciones que hay en el lado argentino de la provincia, a un lugar llamado Tolhuin.
Copos de nieve
Meteoros acuosos
del mar celestial

domingo, 11 de mayo de 2008

Ushuaia

Me habría gustado conocer esta ciudad hace 34 años, la primera vez que quise venir hasta acá, cuando apenas era una villa con menos de 5 mil habitantes. Ahora es una población en continuo crecimiento. Creo que ni siquiera tienen muy claro cuántos habitantes hay, porque además varía un poco según la estación del año, alrededor de 50 mil, demasiado ya para mi gusto. Aunque, como decía Marta en uno de sus comentarios, parece todavía un pueblo. Sí, pero grande, extenso además, porque casi todas las casas son unifamiliares. Ella decía también que es difícil encontrar quienes sean nacidos aquí, de momento no he conocido a ninguno que yo sepa, y es algo normal si ha crecido tanto en las últimas décadas. Tengo ganas de tratar con gente nacida aquí, siempre tuve curiosidad de saber cómo sería el carácter de los argentinos nacidos en un clima parecido al de los nórdicos (¿y por qué no se les dice “súrdicos”?. A veces se les llama australes o meridionales, pero es incompresible para muchos. El gentilicio también es complicado, son ushuaienses) Conocí algunos puntarenenses de nacimiento, me parecieron bastante simpáticos pero es difícil saber, más aún en ciudades turísticas, cómo es el carácter de las personas si no pasas de tener un trato superficial. Además, allí son chilenos y he conocido de siempre a muy pocos, muchos menos que argentinos.
Llevo aquí ya una semana y prácticamente no he hecho nada. Bueno sí, leer. Me he picado con “Los mitos de la historia argentina” de Felipe Pigna, muy interesante para conocer la independencia argentina. ¿Independencia?... Los teléfonos son de Telefónica, el petróleo de Repsol, las aerolíneas de Marsans, la copa Libertadores (de fútbol) se llama también ahora Santander por el banco… La lista sería muy larga. Dos siglos después y lo fundamental ha cambiado poco, los argentinos siguen teniendo “vende patrias” en el fuerte (hoy Casa Rosada) y los españoles un Borbón en palacio. ¿Habrá soluciones? Puede ser que la única solución esté en llegar al “fin del mundo” (y en este caso no me refiero a Ushuaia), quizás sea el único camino para aplicar de verdad otros “principios”.
Además de leer, y escribir algunas cosas, he paseado por la ciudad y por la costanera al borde del Canal del Beagle. He tirado muchas fotos (que quizás algún día me anime a saber cómo las cuelgo en alguna de esas páginas de Internet). He visto muchas cosas que sólo conocía por haber leído de ellas, como el pato vapor, que nada mucho porque no vuela, o el cachiyuyo, planta que nace en piedras bajo el mar y crece hasta la superficie, muy útil para que los marineros controlasen dónde había poco fondo (es eso de la foto).
También hice una excursión andina. Me había quedado con ganas en Torres del Paine y aquí me subí caminando hasta el borde del Glaciar Martial. En la base hay una estación de esquí de una sola pista, con una “aerosilla” que ponen a funcionar en cuanto nieva, lo que aún no ocurre. Esa estación está a sólo 7 kms de la ciudad, por lo que se puede subir en taxi por apenas 3 euros, que es lo que hice. Hasta donde acaba la aerosilla es facilito subir, por la pista mismo, pero luego se empina y hay casi que escalar, algunos trozos sobre nieve. Hubo un momento que me preocupé, porque al principio había un cartel que aconsejaba no subir sin guía y no veía un alma por los alrededores, pero cuando estaba arriba comprobé que no era el único en hacerlo sin guía y me quedé más tranquilo. Bueno, me quedé un ratito, porque hacía viento frío y caía un poco de nieve. Hice estas fotos, al norte la pared con el glaciar, y al sur una vista espectacular del Canal del Beagle con Ushuaia en la orilla. Me resultó más duro bajar que subir, y ya puestos seguí hasta el hotel andando, por lo que he pasado los dos días siguientes moviéndome muy poquito.
Bueno, ya me cansé de escribir y, además, hoy no estoy con ánimos. Ayer me anunciaron la muerte de un amigo de México a quien quería mucho, y al que hacía años que no veía. Mi compadre de Andorra vuelve a estar internado por otra operación más. Yo no sé aún muy bien qué hacer con mi vida en las próximas semanas, y me siento ahora mismo solo y un poco perdido en el fin del mundo… (Todo esto también forma parte importantísima de mi vida tan lejos)
He visto que los principales poetas que hicieron haikus en español no seguían la regla de 5-7-5 sílabas. Da igual, me gusta la regla. Hace pocas semanas ni siquiera sabía lo que era un haiku, me gustó y empecé a pensar en ello en los viajes o las caminatas, como quien hace sudokus. Ahora, de pronto, hay momentos que veo haikus sin pretenderlo. Gracias Haiku, no dejes tus comentarios, los colecciono.
Noche helada
Preso en la Cruz del Sur
Dimas tirita

domingo, 4 de mayo de 2008

Punta Arenas, Puerto Natales, Torres del Paine, Ushuaia. 1001 kms

No es que sea tan preciso contando kms, al contrario, como me pareció que serían unos mil…, pues mil uno. Supongo que esta semana habré hecho bastantes más, pero los del interior del Parque Torres del Paine son difíciles de calcular (sólo hasta la entrada hay 112). Ir a ese gran espacio protegido, Reserva de la Biosfera, fue casi el único motivo que me impulsó a pasar por Punta Arenas. Durante mucho tiempo tuve una foto de las Torres como salvapantallas y deseaba verlas en persona. Conocía bastantes imágenes del Parque y no me ha decepcionado en absoluto, la única decepción es cómo fui… Voy por partes…
En Punta Arenas pasé un fin de semana y fue suficiente. Lo único interesante fue aquel concierto muy español de la coral chilena. Punta Arenas conserva su antiguo esplendor; es la mayor ciudad de la región austral del continente, aunque a este paso acabará por serlo Ushuaia. Son ciudades que han crecido gracias al turismo, pero en Chile resulta todo más caro sin que ofrezca mejores servicios, la mayoría de las cosas cuestan más que en España. Además, Punta Arenas no es una ciudad especialmente bonita ni está bien cuidada. Bulliciosa para su tamaño, el centro está lleno de comercios y hospedajes, y se ven por las calles bastantes borrachos errabundos que no sé cómo se las arreglarán cuando llega el crudo invierno. Creo que a Punta Arenas no iría mucho turismo si no fuese el camino habitual para ir a Puerto Natales.
Puerto Natales sí está en un paraje singular, a la orilla de uno de esos laberínticos fiordos que forma el Pacífico en el sur de Chile. Ciudad pequeña, llena también de hospedajes, comercios y agencias excursionistas, pero bien cuidada y atenta al turismo. El hostal en el que pasé tres noches tenía como peculiaridad esa decoración que muestro en la foto. La dueña dedicaba su tiempo de ocio, que en invierno debe de ser bastante, a la confección de muñequitas en telas brillantes que lo mismo sujetaban una lámpara que un espejo, o se incrustaban en un marco. En todas las habitaciones había varias, y unas cuantas más en pasillos y salas comunes. Sólo estábamos cuatro huéspedes, y los otros tres eran trabajadores de fuera que hacían una obra en la ciudad. Resulta gracioso imaginar a rudos obreros o pescadores durmiendo en habitaciones así decoradas.
A Natales llegué lunes noche, no encontré ninguna excursión a Torres del Paine para el día siguiente y lo dediqué a buscar la mejor manera de ir. Finalmente, lo más aconsejable era en una furgoneta cargada de turistas. Intento siempre huir de ese tipo de excursiones pero no me quedó otra. El lugar es impresionante…, sobrecogedor para quienes amamos las montañas…, lagos, ríos, cascada, glaciar, estepa…, en torno de un macizo montañoso, independiente de los Andes, que muestra paredes de rotunda verticalidad. Uno de los lugares más famosos entre escaladores de todo el mundo. Yo también “escalé”, a mi asiento en la furgoneta unas cuantas veces. Salvo un par de paseos, todo lo demás fue: baja, foto, sube… Es posible quedarse a dormir en el Parque, hay refugios, bastante caros, y algún camping. Pero como pensaba pasar de vuelta por Punta Arenas había dejado allí la mochila grande, con el saco de dormir, ropa… Es un sitio para recorrerlo andando…, quizás en otra ocasión. (En una de las paradas nos esperaban dos zorros para pedirnos comida, como cuenta Marta, y son tan pequeños que no pueden con una oveja, apenas con corderitos si se atreviesen)
Al volver a Punta Arenas decidí hacerlo en dos etapas y paré en un pueblecito que había visto a mitad de camino: Villa Tehuelches. Los tehuelches eran la tribu más importante que poblaba Patagonia, los patagones en sí. Durante mucho tiempo se ha dicho que Magallanes los nombró patagones porque eran muy altos y tenían los pies muy grandes, pero se tiene cada vez más claro que el nombre provenía de una tribu de ficción mencionada en una de las novelas más famosas de aquellos años. Los tehuelches fueron exterminados y, como es lógico, en la villa citada no queda ni uno. Pasé un buen rato de charla con el dueño de la única tienda, di un paseo por el pueblito, muy limpio y decorado (con apenas 100 habitantes tiene centro público de Internet) y dos horas después de llegar proseguí mi camino en otro bus.
Al día siguiente, viernes, salí para el fin del mundo: Ushuaia. Entre Punta Arenas (Chile), en la orilla continental del Estrecho de Magallanes, y Ushuaia, al sur de la Isla Grande de la Tierra del Fuego, apenas hay 500 kms de distancia pero se tarda unas 12 horas, entre el transbordador que cruza el estrecho, el paso de fronteras y un buen trozo del lado chileno que todavía está sin asfaltar. Llegué tarde y hacía frío. Como hasta la noche anterior no sabía bien cuándo llegaría, me vine sin reservar ningún hotel. Pregunté a la taxista por la Posada que me recomendó Marta pero, entre que no sabía bien y otras peregrinas razones, acabé en un típico hostal de mochileros. Esa misma noche busqué en Internet la dirección de la Posada del Fin del Mundo y a la mañana siguiente me acerqué a preguntar si tenían habitación. La casa es muy bonita, puesta con buen gusto y, además, resulta que la habitación individual me sale algo más barata que en el hostal mochilero. Para colmo, ahora mismo soy el único huésped. Y aquí estoy, domingo 4, día de la madre en España, solo en toda la casa porque Ana, la dueña, se ha ido a comprar y hoy no viene la "mucama"; escribiendo esta nota en el salón, frente a un ventanal que me muestra las montañas nevadas como si fuese un gran póster, con muchos cables eléctricos por en medio (característica de la ciudad, en todas las fotos que he hecho por las calles hay cables). No me extraña que los de fuera no se quieran ir, Ushuaia es un lugar que engancha.
La semana pasada no puse ningún haiku porque los escribo en papelitos durante los viajes, y no recordaba dónde lo había puesto ni ganas de buscarlo en ese momento. La estructura de 5-7-5 sílabas que cuenta Anais la había visto en Internet, pero luego vi muchos escritos sin esa regla y pensé que sólo era en japonés. En todo caso me parece mejor aún y, como en el estilo original, que siempre haga referencia al clima y las estaciones. Por cierto Rafa Haiku, ¿se acabaron tus buenas frases y profundos pensamientos? Me gustan mucho, espero que sigas colaborando. Como dice mi hijo, lo que se escribe en estas páginas no es que sea “filosofía barata” ¡es que es gratis!... Para compensar el haiku que faltó la semana pasada…
Viento pampero
El cuello del guanaco
se bambolea

Triste otoño
Lágrimas oxidadas
hollín de hojas