¿Detrás de cada fin hay un principio? ¿Cada principio tiene un fin? Se pueden enarbolar principios sin tener claro un fin, así como perseguir un fin sin tener principios… ¡Cuántos juegos de palabras se pueden combinar con esas dos!

Esta semana estuve en Tolhuin, pequeño pueblo en el centro de la isla. Fui con idea de intentar un humilde reportaje, pero sin ganas. Ya traía elegido ese pueblo, incluso antes de emprender este viaje, por ubicación en el plano, y al final no quise hacer nada. Un día allí varado me llevó a pensar muchas cosas. Había sabido en Ushuaia que el personaje más famoso del pueblo es el panadero, y quiero que sea mi primer contacto. Llamo, no está, hablo con su hija, le pregunto si conoce algún hospedaje abierto, dice que no me preocupe. Salgo el lunes con todo mi equipaje, apenas ha parado de nevar en toda la mañana. Los transportes que hacen la ruta interior de Tierra del Fuego paran todos en esa panadería, no necesito buscarla. El panadero, Emilio, se ha marchado y no vuelve hasta el miércoles.

La hija me lleva con un coche de reparto a una casa propia que me prestan por unos días. Dejo las cosas y vuelvo con ella. La panadería tiene un salón de buen tamaño con mesas y sillas, una zona con máquinas de bebidas calientes, otra con refrescos, un largo mostrador con expositores abajo, gran variedad de facturas (lo que en otros países hispanos llaman bollos o pan dulce acá son facturas) también chocolates artesanales, y pan desde luego. Hay una pared con cabinas telefónicas y un pequeño mostrador con loterías u otros juegos. En medio de todo un par de puestos para Internet, con contadores de moneda, cada peso te da 15 minutos.

En las paredes, en todas ellas y sin dejar ni un hueco, hay fotos del panadero con todo gente conocida, algunos famosos a nivel nacional que alguna vez pasaron por allí, otros son amigos de la zona. Fotos de buen tamaño, para que se vean bien desde lejos, las hay como póster. En el rincón principal hay un espacio dedicado en homenaje a René Favaloro. (Quien no lo conozca merece la pena que busque su biografía, quedó el segundo en el concurso televisivo para elegir los argentinos más insignes, después de San Martín y por encima de Fangio). Fue el primero del mundo en hacer un bypass aorto coronario, renunció al éxito en Estados Unidos por volver a su patria,

montó una Fundación para ayudar a los más necesitados, se fue a la quiebra por falta de ayudas y acabó pegándose un tiro en señal de protesta y hartazgo, precisamente en su corazón, el órgano que mejor conocía. Hoy mismo, cuando abro una web para leer su carta testamento, encuentro una mínima introducción que empieza: “En un país que oscila de la frivolidad a la tragedia,” y pienso que esa es la frase que mejor describe este rincón de la panadería de Emilio, hijo de malagueños que emigraron a Mar del Plata, y él, después de vivir un tiempo en Málaga, decidió a su vez emigrar a Tierra del Fuego. Ese lunes paso allí la tarde, mientras afuera nieva a intervalos. Ya de noche, pero aún temprano, voy a la casa que me han prestado. Llego con frío, la casa no ha llegado a calentarse y prefiero leer en la cama.

Me duermo temprano, despierto a medianoche y no me vuelvo a dormir hasta que amanece. Afuera nieva y nieva, por la mañana hay una buena capa, a mí sólo me abrigan las mantas. Permanezco en la cama leyendo hasta que el hambre me puede. Voy a la panadería, como empanadas, leo y pienso, y pienso, y pienso… En Emilio y sus fotos, en Favaloro y su suicidio. El suicidio…, tan desprestigiado y desconocido. ¡Hay tantas razones que pueden llevar a él! Salvo cuando se trata de enfermedades mentales, en muchos otros casos puede ser una elección inteligente, un acto de libertad, o de protesta. Incluso, a partir de cierta edad, ¿por qué no tener la opción de elegir el día?

Un dios comprensivo entendería muchos casos. Favaloro, en su carta de despedida, dice: “recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.” Pero depende de la edad a la que se pierden todas las esperanzas, Kurt Cobain tenía 27, Yukio Mishima 45… Que nadie se asuste, de momento por mi parte sólo contemplo principios. Pero este martes mientras veo nevar, varado en la panadería de un lugar en el fin del mundo, tengo más tiempo aún de pensar en muchas cosas. En la fragilidad, en la frivolidad, en la tragedia, en la esperanza…, somos un compuesto de todo eso en diferentes dosis. La soledad es necesaria para encontrarse uno a si mismo, pero depende de lo que encuentre será o no positiva. C

uando tenía 30 años hice un largo viaje como éste por México, en aquella ocasión buscaba también establecer mis respectivas dosis y reajustar algunas, incluso recurrí a la ingestión de ciertas plantas para obtener ayuda. Ahora busco reajustar los últimos 22 años y procuro dejar el tabaco sin engordar demasiado. Es otra edad y otros ajustes, en algo diferente pero en muchos sentidos igual, entonces buscaba qué quería hacer y tuve mucho más claro lo que no quería hacer…, ahora me pasa lo mismo. Pienso que en cuanto deje de buscarme correré el riesgo de perderme. Al otro día, cuando al fin conozco al panadero y converso con él, y puedo intuir que sus contradicciones no son distintas a las mías, a las del país, a las del mundo…., que

todos oscilamos entre la frivolidad y la tragedia, que hasta el suicidio puede ser fútil cuando parece un reproche, en ese momento ha operado ya en mí un importante cambio, tengo otra vez claro lo que no quiero hacer, y eso, en algunos casos, me deja claro lo que debo hacer: seguir, traspasar el fin para encontrarme al otro lado con el principio...
Una vez escrito ésto decido no colgarlo en el blog, intento otra cosa sin fuerzas, pero después me digo que una página personal ha de estar compuesta por esas contradicciones íntimas de quien escribe. Hay semanas que me cuesta escribir, y entonces pienso que debería liberarme también de esta obligación autoimpuesta.

Esto de jugar a la vida es algo que a veces duele, dice una canción mexicana. Hoy me parece como una rayuela inacabable pintada sobre hielo y piedra, pero mientras juego canto mi haiku de esta semana.
Senda del ripio
Vuelve a buscar un fin
en el principio