miércoles, 13 de agosto de 2008

Ama sua, ama llulla, ama kella

En Perú no hay caramelos choco-maní, pero si los hubiese estarían con respecto a Argentina en una proporción de casi 2x1, algo más caros que en Bolivia. Aunque el problema es que en Perú puede cambiar bastante el precio de algo, dependiendo de la zona y de la persona. Aconsejan que se regatee pero eso hay que saber hacerlo, además sólo merece la pena cuando se siente un abuso evidente. Hay que preguntar siempre antes, pero cuidado porque muchos tienen facilidad para que no se les entienda bien el precio. Lo contradictorio ahora mismo en Perú es que lleva siete años de crecimiento continuado (la tercera vez en su historia) y sin embargo el presidente Alán García está devaluadísimo, veo que pocos piensan que lo esté haciendo bien; es más, lo acusan de que todo está subiendo mucho, aunque ahora tengan más posibilidades de comprarlo. Por otra parte, parece como si los peruanos estuviesen encabronados. Ya lo había percibido pero, además, ha caído en mis manos una revista peruana (Caretas, la que parece mejor en información general. Hay pocas revistas en papel cuché, pero en papel periódico hay todo tipo de publicaciones, desde sanitarias a porno) y sacan un estudio internacional que sitúa a los peruanos muy cerca de la infelicidad. La conclusión de la revista viene a ser que son envidiosos del triunfo ajeno y que, por lo mismo, quienes tienen hacen ostentación de ello. Aunque quienes tienen mucho no van haciendo ostentación, simplemente es difícil verlos, como suele pasar en algunos países de Latinoamérica viven, compran, estudian y se divierten en sitios muy exclusivos, donde los pobres que tienen acceso es porque trabajan allí. Está claro que el problema, como en toda Latinoamérica, es la desigualdad social que arrastra su historia, no sólo desde la conquista española, con el Inca era igual o peor. En Lima me paré ante la puerta de un palacio, en plena plaza de San Martín, y le pregunté a un bedel qué organismo operaba desde allí. Me respondió que aquello era el club más exclusivo de Perú, donde sólo entraban los más ricos del país y únicamente hombres. En ese momento salía un grupito de ellos, el bedel puso cara de cagarse, literalmente, casi se partió en genuflexiones. ¡Qué personajes! Más que estirados parecían entablillados con soberbia, nunca antes había visto caras que reflejasen tan bien lo duro que es ser rico en Latinoamérica, pobrecitos, la aspereza que deben mostrar en cuanto salen a la calle, lo mucho que les hacen sufrir esos campesinos que alcanzan el poder en virtud de esa peligrosa y estúpida reglamentación llamada democracia, que está bien para los países donde la gente ha sido educada, y no en estos en los que ellos consideran aún al pueblo como animalitos sin alma, como en tiempos de fray Bartolomé. En Perú, por el contrario, no se perciben discriminaciones racistas como en México, ni tampoco intentan salvar a los indígenas en vías de extinción como en Argentina. Es curioso que en la Patagonia andina casi todos los negocios tienen nombres en mapuche, puestos por argentinos que los han buscado en un diccionario y no saben más de la lengua, aquí en cambio muchísima gente habla el quechua y no ves ni una tienda con el nombre en ese idioma. Cuando algo abunda tiene menos importancia. Por cierto, he preguntado a varias personas qué les parece ver tantas prendas y mochilas en manos de europeos con la marca Quechua, pero resulta que no se habían dado cuenta. La relación con México y Argentina viene a propósito porque Perú está casi en el centro, y es curioso cómo se funden aquí los modismos idiomáticos del norte y el sur: dicen fresas y palta, plata y abarrotes; el producto que mejor ejemplifica esta fusión es lo que, extrañamente, en España llamamos “judías” (como me dijo un argentino muy sorprendido: ¿qué tienen que ver los judíos con eso?), en una zona del Perú lo llaman fréjoles (con “e” y a veces acentuado) y en otra parte dicen porotos. El norte y el sur del continente en un mismo país.
En Bolivia además de pobres son humildes, en cuanto les explicas algo que no entienden, o con lo que tú no estás de acuerdo, bajan la cabeza y casi piden disculpas. Quizás necesitan el paso de varios Evos para imbuirse de una dignidad de la que él está siendo abanderado. En Perú no sólo no son humildes si no que además se encabronan, como con ganas de decirte que te vayas a tu país a enmendar allí la plana. Y por otra parte son muy cabezotas, las cosas sólo pueden funcionar como han hecho siempre o como les han dicho. Una anécdota que ejemplifica lo que digo: Voy a Correos en Lima para enviar un DVD a España. Me hacen pasar a una ventanilla de aduana, una señora, sin mirar lo que yo he puesto sobre el disco, lo vuelve a meter en el sobre, lo cierra con mucho “celo” y le pone un papel pegado en donde escribe mis principales datos según el pasaporte, hasta entonces no parecía simpática pero apenas habíamos necesitado hablar. De pronto saca un tampón con tinta negra y me indica un cuadrito del papel para que ponga mi huella dactilar. Le pregunto que para qué es necesario eso y con malos modos me responde que se hace en todos los paquetes, le digo que aquello no es un paquete sólo un DVD y más enojada responde que hay gente que manda cosas peligrosas, le digo que en un DVD no es fácil pegar una bomba y ya muy encabronada me dice que si quiero enviarlo tengo que poner mi huella. A continuación pone el precio (no sé si se vengó pero costaba como dos menús) y me manda a otra ventanilla para que pongan los sellos. Allí pido si me puede poner la mayor cantidad de sellos posible porque es para un filatélico, me responde áspera que hay una ventanilla de filatelia y que mire allí, pienso en más colas y vueltas y le digo que no es para tanto, que sólo quiero que me ponga varios sellos, responde que no me puede poner más de la cantidad (cosa sorprendente) y que el ordenador le dice qué sellos debe poner (más sorprendente aún). Respondo que haga lo que quiera, si en esas circunstancias me pongo a razonar seré yo quien acabe por sentirse ridículo. Lo mejor en Perú es la comida, variada y barata. Un menú en un sitio de peruanos, no de turistas, puede costar poco más de un euro y por lo general está bien cocinado, combinado y rico. Lo peor la suciedad, hay pocos “tachos” de basura, pero para qué si casi nadie los usa. Los hombres tienen costumbre de orinar y escupir en cualquier sitio, y los niños tiran los embases donde cae sin que nadie les diga nada. Para terminar explico qué significan las palabras en quechua del titular, son los tres principios incas: no seas ladrón, no seas mentiroso y no seas ocioso. Precisamente los tres defectos principales de los peruanos hoy en día. Lo peor es que el pueblo se queja de que esos son los defectos de sus políticos y potentados (a menudo los mismos), y los potentados se quejan de que con un pueblo con esos defectos no sirve de nada repartir algo de la riqueza. Hoy mismo le pregunto a un taxista cuál piensa que es la solución. Me responde que un Pinochet (ha estado a punto de ganar uno las elecciones). ¡Apañados estamos!
Tampoco es que sean perezosos, no hay más que ver hasta dónde se ven parcelas plantadas, muy arriba de las montañas y en laderas escarpadas. Lo que ocurre es que tienen muy acentuado el problema latino: siempre hay demasiada gente para hacer cualquier cosa, incluso para mandar (y eso que Maquiavelo nos enseñó hace mucho que en eso cuantos menos mejor, yo incluso soy de los que piensan que en eso suelen sobrar todos). Esta última foto ejemplifica muy bien lo que digo, estos siete empleados (uno no se ve) pasaron un buen rato alrededor de un banco, contándose quien sabe qué, cuando lo único que debían hacer era fijar la losa a los pies del banco. ¡Si se hubiese tratado al menos de fundarlo!

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola ricardo!!!! que tal? HOy hemos estado celebrando SAN JERONIMO y te hemos hechado de menos.Nos han comentado ISABEL que estabas haciendo una de esas escapaditas, de las que uno no se arrepiente, q dentro de poco nos vemos y nos cuentas que tal la esperiencia. ------------- Sigue escribiendo q haces sentirnos parte de tu viaje.
Un saludo muy grande , RAQUEL Y PABLO.